miércoles, 11 de febrero de 2015

RELATOS VIVIDOS POR NUESTROS HEROES









NUESTRA HISTORIA 

Por insistencia de un amigo cibernauta y por estar en el mes del Aniversario del Glorioso y Victorioso Ejército de Guatemala, por primera vez voy a narrar brevemente, sin muchos detalles para evitar el tedio, los sucesos acaecidos el 15 de Octubre de 1982 en los linderos de la Finca San Francisco Miramar, ya en las faldas del Volcán Tolimán, ocasión en la que fuera derribado por fuego terrorista un Helicóptero (HL) de la Fuerza Aérea Guatemalteca (FAG) que se encontraba en misión de rescate.
El HL FAG Bel 412 era piloteado por el Coronel P.A. Mario Enrique Vásquez Maldonado (La Seca). No llevaba copiloto por circunstancias que desconozco, en su lugar iba el especialista aerotécnico cuyo nombre no recuerdo, creo de apellido Ramirez.
El HL llegó por una solicitud de emergencia para evacuar soldados heridos víctimas de una emboscada en los linderos de la Finca San Francisco Miramar, en las faldas del volcán Tolimán.
Lo abordamos en el casco de la finca el Teniente Coronel Eleazar Valle Pineda (El Chino), el Mayor Edgar Trejo Reyes y su servidor también con el grado de Mayor. Previamente le desalojamos los asientos para que cupieran los heridos, que ya para entonces se reportaban siete graves.
El HL sobrevoló a baja altura, a unos 400 a 500 pies, buscando la ubicación de la patrulla en problemas. Por radio tuvimos contacto con otras patrullas cercanas quienes nos advirtieron del fuego enemigo.
Yo iba hincado entre los asientos de Piloto y Copiloto también con intercomunicador de radio. Un avión Pilatus de la FAG nos sobrevolaba como cobertura táctica.
Eran como las 17:30 hrs, estaba nublado y lloviendo copiosamente, cuando repentinamente nos impactó una rafaga de fuego tan intenso que hizo saltar los instrumentos en pedazos, dañó la transmisión de la aeronave y lo peor, que causó la muerte instantánea del Piloto Vasquez y dejo muy mal herido al Teniente Coronel Valle.
Inicialmente el aerotécnico no salía de su estupor, hasta que por nuestro llamado reaccionó y logró medio controlar la estrepitosa caída. Mientras tanto podía escuchar como Eleazar y Edgar respondian con potencia de sus armas al fuego enemigo.
Vimos como el rotor de cola y las aspas principales se quebraban entre los árboles. El impacto en tierra fue muy fuerte, casi sin sustento de no ser por la vegetación alta que en algo lo amortiguó.
Ya en tierra y muy aturdidos le ordene al aerotécnico que apagara los motores pues las turbinas estaban muy aceleradas y se sentía un fuerte olor a combustible. Estabamos entre un caos de hierros retorcidos, ramas y tierra hasta entre los dientes.
Luego empezamos a constatar daños. Mi fusil M-16 estaba partido en tres pedazos. Verificamos la muerte del Piloto por impactos en la cabeza y el estado agonizante del Chino Valle, quien ya no reaccionaba. Cuando trataba de recuperar el fusil de Eleazar Valle por estar amarrado en unas argollas del piso, escuchamos con sorpresa y preocupación una primera explosión como a unos 10 metros, luego otra mas cercana y una última que impactó sobre nosotros. Era evidente que los terroristas hacían reconocimiento por fuego con granadas de 40 mm. antes de acercarse al helicóptero siniestrado.
Por estar el aerotécnico aparentemente en mejores condiciones de salud, le ordenamos se fuera en sentido contrario al avance enemigo y que tratara de hacer contacto con nuestras patrullas e informara, cosa que no logro, segun nos conto después, por haber sufrido daños en la espalda, por lo escabroso del terreno y porque oscureció muy pronto, quedandose escondido entre unas rocas como a 800 metros segun su versión.
El Pilatus sólo nos vio caer y trató de protegernos con fuego pero por la poca visibilidad y estado del tiempo mejor optó por ir a informar de lo sucedido y darle al Alto Mando las coordenadas exactas del siniestro.
Le pedí a Edgar que me diera su fusil para yo proteger su retirada entre la abundante vegetación que nos rodeaba. A cambio le di una granada M-26 y mi pistola .45 .
Se alejo por un costado con arrastre bajo por sus propios medios sin auxilio de nadie, mientras yo lo cubría con fuego en contra del avance enemigo.
Al terminar mi tolva, recargue con otra última y también arrastrandome sin auxilio de nadie seguí su rastro hasta alcanzarlo a una distancia aproximada de 15 metros del HL.
Encontramos ahí un refugio improvisado proporcionado por un viejo árbol caido cuyas raices al salirse de la tierra dejaron un hueco que por la humedad tenía abundante vegetación al rededor, proporcionandonos de suerte el mejor encubrimiento y abrigo posible.
Al minuto de estar en ese lugar vimos pasar sigilosamente a una escuadra de unos diez terroristas hacia el Helicóptero. Oyendo luego dos disparos secos.
Para nuestra sorpresa, con voz autoritaria les preguntaron la causa de los disparos, contestando uno de ellos que era contra dos tripulantes, uno que ya estaba muerto y el otro que "ya no valía la pena" según sus propias palabras.
A la vez dijeron que ya no había nadie mas, que probablemente el resto habiamos logrado escapar. Luego esa misma voz les ordenó que si habían mas sobrevivientes los quería vivos, pues le eran mas útiles. Despues nos dimos cuenta que esa voz era la de Pedro Pablo Palma Lau, alias "Pancho".
Eso quería decir que el campamento terrorista estaba a unos 25 o 30 metros de distancia. Lo que nos representaba un grave peligro.
Para nuestra buena suerte, la escuadra terrorista optó por retirarse luego de no encontrar mas sobrevivientes dentro del HL. Fue hasta entonces que Edgar y yo nos preocupamos por revisar nuestras heridas. Edgar registraba bastante dolor lumbar y mucha dificultad para movilizarse, pues tenia nada menos que fracturado el coxis!
Por mi lado pudimos identificar una grave fractura expuesta de tibia y perone en mi pierna izquierda, dolor por fracturas en el esternón, algunas costillas y otras tres en la cara. Cortando algunas ramas y bejucos pudimos estabilizar la fractura de mi pierna, sin faltar un apósito improvisado y su respectivo torniquete. Para ello tuve que limpiar las blancas "estacas" óseas expuestas abajo de la rodilla, que con preocupación vi muy contaminadas de tierra y hojas que seguramente debí recoger al zurcar el suelo durante mi corto arrastre.
Al poco tiempo obscureció por completo y arreció la lluvia.
Ante la inminencia de que nos fueran a encontrar, Edgar y yo tuvimos un “brillante” plan, consistiendo en que, ante la grave inminencia de ser descubiertos por los terroristas, Edgar lanzaría en ese momento la granada en contra de ellos y yo abriría fuego con el fusil, mientras tanto utilizando la pistola M1911A1 Cal. .45 , Edgar se quitaría la vida para luego de igual forma, al agotar la munición de mi fusil, lo haría yo con la misma arma. Haciendo énfasis en que dicha pistola no sería utilizada para otro propósito con tal de no agotar la ahora valiosa munición, evitando con ello la posibilidad de caer en manos de tales criminales, quitandoles el gusto de torturarnos. Sellando el pacto con un fuerte apretón de manos.
Confirmando nuestros temores, como a las 19:30 hrs. escuchamos y vimos como los terroristas del campamento bajaban hacia el Helicóptero, algunos de ellos con lámpara en mano.
Se reunieron al rededor del HL, calculando unos 30 o 40 facciosos, llevando a cabo un mitin, durante el cual Palma Lau felicitó a sus cómplices porque haciendo uso de la técnica “cortina de fuego” o sea todas las armas disparando hacia arriba a la vez hasta que la aeronave pasara por dicha concentración mortal, logrando derribarla.
Luego identifico los cadáveres de nuestros compañeros y anunciando el hallazgo de documentos relacionados con el mantenimiento de aeronaves por parte de la fabrica Bel en EEUU, mismos que una semana después reclamaran en el Washington Post al Departamento de Estado en vista de la veda existente contra todo apoyo militar para Guate. Así de rápido y eficiente era el respaldo extranjero y de algunos medios en favor del movimiento subversivo.
Luego ordenó despojar de sus uniformes a los dos cadáveres y esconderlos por separado, pues al no encontrarlos le bajaría la moral a nuestras tropas. Oyendo nosotros como los arrastraban por destinos separados como si fuesen perros.
Luego ordenó fotografiar el Helicóptero, para los cual unas tres cámaras con flash entraron a funcionar, para luego continuar con el vulgar saqueo de todo lo que les fuera útil.
Posteriormente, contra toda lógica, el cabecilla terrorista ordenó cubrir con ramas al Helicóptero, para evitar, según él, que lo detectaran desde el aire, sin darse cuenta que era una zona de desastre por el mayúsculo accidente, fácil de ver y encontrar.
Para ello, los delincuentes se dividieron en varios grupos con el fin de cortar y recolectar algunas ramas. Para nuestra mala suerte, un grupo como de 4 o 5 de ellos se acercaron a nosotros para cortar la abundante vegetación que nos rodeaba.
Afortunadamente, en el suelo había mucha broza u hojarasca seca, con la cual nos cubrimos casi totalmente.
El filo de dos machetes de estos asesinos silbaban sobre nuestros cuerpos. Se acercaron tanto que uno de ellos le pateo accidentalmente la cabeza a Edgar, recostandola mejor sobre mi hombro.
Sintiendo el palpitar acelerado del corazón en los oídos, nos comunicabamos entre si con pequeños codazos, por lo que ante la inminencia del contacto, Edgar le quito el seguro a la granada y yo a calcular blanco con mi fusil entre la total obscuridad de la noche, solo iluminados por los destellos de la acusiosa linterna enemiga.
En eso, para nuestro alivio, uno de ellos les dijo que con lo que tenían ya era suficiente, dieron la vuelta y lo fueron a tirar sobre el Helicóptero.
El problema después fue que Edgar no lograba colocar de nuevo el seguro en la granada, pues era como enhebrar una aguja en medio de la oscuridad. Hasta que haciendo uso solo del tacto y persistencia, por fin lo logró.
Ya entrada la noche, los terroristas, divididos en pequeños grupos se sentaron al rededor del Helicóptero y muy cerca de nosotros a fumar y platicar en voz baja.
En el silencio de la noche, solo interrumpida por algunas risitas de los criminales y los grillos, mi reloj Casio sorpresivamente accionó su alarma a las 21:00 hrs, por lo que temimos nos fueran a descubrir. Afortunadamente ninguno de ellos lo noto o pensarían que era una especie de grillo, lo logre apagar casi de inmediato, sin evitar el duro reclamo de mi compañero de armas.
Luego, probablemente por la sangre que tuve que tragar por mis fracturas en la cara y que se secara en mi garganta, empece a toser irremediablemente hasta desahogarme, tampoco se dieron por enterados los distraídos terroristas suponiendo me confundieran con la tos de cualquiera de ellos, dada la cercanía y obscuridad.
A todo esto, nuestra condición física era ya muy precaria y lamentable. Las heridas nos hacían mella, nos costaba respirar y con mucha dificultad podiamos movernos un poco. El dolor era muy intenso, aumentado por las bajas temperaturas y la intensa lluvia, supongo. Pero tratábamos de no quejarnos ni hacer ruido alguno.
A las once de la noche, mas o menos, escuchamos un lejano pero reconocido fuego de artillería amiga, con fines de hostigamiento, supongo.
A las 0100 hrs., el cabecilla de la banda terrorista, Palma Lau, alias "Pancho", ordenó preparar la retirada pues al día siguiente, según sus propias palabras, la concentración de fuerzas del Ejército seria tal que no lo soportaría nadie.
Luego de algunos preparativos y reportes de sus escuadras, escuchamos como se fueron movilizando y alejando de nosotros. Pero conocedores de sus tácticas, sabiendo que siempre cubren su retirada dejando “postas” o seguridad de retaguardia, nos mantuvimos en situación de alerta hasta el amanecer.
En algún momento de la madrugada, Edgar habra visto en mí problemas de mucho dolor, intenso diría yo, por lo que me ofreció una única inyección de morfina que milagrosamente él portaba en su equipo de primeros auxilios. Cosa que, luego de clavarme en el muslo, me alivio mucho el calvario que sufría.
A las 05:55 de la mañana, escuchamos el sobrevuelo de un Helicóptero de la FAG, por lo que Edgar Trejo trato de buscar un claro entre la maleza para que nos vieran, pero su condición no le permitió lograrlo. Aparentemente el sobrevuelo fue sólo para hacer un breve reconocimiento del área y luego se alejó, dejándonos expectantes.
A las 06:00 escuchamos la aproximación de los aviones de ataque de la Fuerza Aérea, entre Pilatus y los eficaces A 37-B, quienes con gran pericia y certeza bombardearon todo alrededor del Helicóptero derribado. Por suerte nosotros estábamos cerca de sus restos retorcidos, pues creíamos que sus explosiones y ráfagas tan cercanas nos alcanzarían.
El intenso ataque aéreo duro unos diez minutos a lo sumo, para luego alejarse las aeronaves.
En ese momento notamos que alguien se acercaba con alguna dificultad a mis espaldas y para nuestro asombro era el aerotécnico que nos acompañaba, Edgar lo confundió con algún subversivo por lo que estuvo a punto de dispararle con la pistola. Este nos contó que no pudo alejarse mucho por presentar problemas lumbares y por la profunda obscuridad, temiendo ser confundido por nuestras tropas. Pero nos conto que durante el bombardeo tuvo que esconderse en unas cuevas de “cuzucos” o armadillos, disputándose con ellos el poco espacio disponible apurado por el terrible bombardeo aéreo, lo que en medio de nuestra angustia nos causo mucha risa.
A las 06:15 escuchamos el sobrevuelo de dos Helicópteros Puma de la FAG, para lo cual el aerotécnico que nos acompañaba, saliendo a un claro de entre la vegetación, les indico por señas nuestra exacta posición.
Para nuestro rescate, ante la imposibilidad de aterrizar, mis colegas Kaibiles, con gran pericia descendieron por cables. Fue evidente la sorpresa de nuestros socorristas al encontrarnos aún con vida. Nos evaluaron meticulosamente para luego proceder a extraernos con la misma técnica, colgando del Helicóptero como carga externa (foto adjunta). Antes de ello les indicamos mas o menos la dirección y distancia por donde calculamos que habían escondido los cuerpos de nuestros compañeros caídos, habiéndoles encontrado con prontitud.
Al respecto, no me consta que los terroristas se hayan ensañado contra sus cuerpos sin vida o algo parecido. Lo único es que al encontrarlos les dieron un tiro de gracia sin razón alguna por estar ya fallecido uno y agonizante otro, habiendo sido arrastrados sus cuerpos para tratar de esconderlos. Así mismo desconozco el informe del médico forense para saber si sufrieron vejaciones mas allá de las heridas que provocaran su deceso.
Los Helicópteros nos transportaron a la pista de aterrizaje de la Finca en mención en donde ya nos esperaba un Arava con personal médico, en cuya puerta nos recibía el entonces Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el General Rodolfo Lobos Zamora y su Oficial de Operaciones D-3 Teniente Coronel Luis Enrique Mendoza Garcia, para saludarnos y darnos la bienvenida a bordo.
Ya adentro de la aeronave y luego que los médicos nos estabilizaran en sendas camillas, ya no supe mas de mi. Caí en un sueño tan profundo que solo recuerdo breves imágenes cuando con un beso y palmaditas saludé a mi Esposa y a mi Madre en los pasillos del Hospital Militar, camino a la sala de operaciones.
Para entonces con mi Esposa Vivi teníamos apenas seis meses de casados cuando ese aciago día a las once de la noche en la casa de Lourdes estando sola, muy sorprendida recibió la visita del Oficial de Relaciones Públicas del Ejército, el entonces Teniente Coronel Pablo Nuila Hub y otro Oficial subalterno, para notificarle con mucho pesar que yo había sido baja en combate y que para el día siguiente esperaban rescatar mi cuerpo, por lo que le solicitaban estar presente en la Fuerza Aérea muy temprano.
Ante ello, mi esposa sin vacilar les respondió asegurándoles que yo estaba vivo, que ella me conocía tan bien que no creía que me dejara matar tan fácilmente por los delincuentes terroristas.
Cuando al rato, muy preocupada, le contó a mi Madre por teléfono hasta Zacapa, ella también opino lo mismo, viniendose de regreso muy temprano para acompañarla.
Detalles mas, detalles menos, respetando algunas acotaciones de mi colega Coronel Edgar Trejo Reyes, si así lo quisiera, fue lo que sucedió en este episodio entre varios otros acaecidos durante el enfrentamiento armado interno, cuando con tenacidad nuestro Ejército Nacional combatió a las facciones terroristas que atentaron en contra de nuestra Libertad.

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